“Siento que merezco tener una vida” …Fueron las palabras que me respondió hace unos días una Cuidadora en el encuadre de psicoterapia, al preguntarle ¿qué sientes?. Sus palabras fueron lo que su cuerpo ya reflejaba: cansancio, frustración, impotencia, incertidumbre, angustia y amargura.
A veces no hay necesidad de mirar el calendario para reconocer que ya es primavera pero, a lo largo de los años ,he podido constatar que hay muchos Hogares en los que convive un Cuidador para el que los dias sólo pasan y que lo único que desea es descansar sin poner atención a lo que puede existir fuera de su quehacer diario..
Si fuese un caso aislado lo que ella me dijo, quedaría como una anécdota. Sin embargo, esas palabras que aún retumban en mis oídos, esa expresión de agotamiento emocional de su rostro , son tan frecuentes como los días grises en que siente a su vida como un invierno permanente.
Tantas son las tareas y funciones que tienen que realizar quienes ejercen el rol de cuidador, como las emociones que circulan en su interior. La diferencia está en que cada tarea la incorporan y la llevan a la práctica intentando hacer lo mejor posible, pero tratándose de sus emociones, muchas veces no hay espacios para mirarse e incluso poder identificarlas y tomar conciencia de ellas para canalizarlas de manera constructiva. Se suma además, lo poco que sabemos y tratamos como sociedad de poder conectarnos con nuestras emociones y así es como, desde la resistencia o evasión de lo que sentimos, nuestro cuerpo igual se expresa, pero a través de la angustia, crisis de pánico , dolores o malestares, pudiendo llegar al punto de sentir que no tienes vida..!
Tener conciencia de nuestro sentir no es una tarea fácil, ya que siempre está la tentación de silenciar y anestesiar nuestras “malestares”, ignorándolos o aplacándolos con fármacos. El camino más complejo es develar y reconocerlos como una valiosa señal de nuestro cuerpo y preguntarnos: ¿qué emoción estoy experimentando?, ¿qué emoción estoy frenando?, ¿qué sentimientos me produce el cuidar?, ¿qué necesito para sentirme vivo? Si intentamos buscar una respuesta, quizás podremos hacernos mejor cargo de lo que nos sucede.
Toda emoción tiene una función, para retraernos, reflexionar o accionar. Todo dolor tiene sentido, es inevitable y necesario experimentarlo, al igual que la alegría y la rabia, cada emoción es necesaria, tan sólo hay que aprender a identificarla, tomar conciencia de ella y aprender a abrazarla.
Te invito a tener una cuota de optimismo, aceptando que así como hay atardeceres hay siempre amaneceres, que la vida tiene grises y que cada emoción “desagradable” nos permite aprender, crecer y evolucionar. Empléalo no como un fin, sino como una herramienta para poder impulsarte y movilizarte hacia lo que deseas. Llora, ríe cuantas veces lo sientas. Háblate imaginando que le estás hablando a una persona a quien amas; esa persona que eres tú. A veces decepcionar a los demás es una elocuente señal de que estamos evolucionando…¡ y aprendiendo a amarnos !Interroga a tu alma. Nadie más puede hacerlo.
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