CANSANCIO DEL ALMA

Por Mónica Oviedo

“Siento que merezco tener una vida”Fueron las palabras que me respondió hace unos días una Cuidadora  en el encuadre de  psicoterapia, al preguntarle ¿qué sientes?. Sus palabras fueron lo que su cuerpo  ya reflejaba: cansancio, frustración, impotencia, incertidumbre, angustia  y amargura.

A veces no hay necesidad de mirar el calendario  para  reconocer que ya es primavera  pero, a lo largo de los años ,he podido constatar que  hay  muchos Hogares  en los que convive un Cuidador para el que los dias sólo pasan y que  lo único que desea es descansar  sin poner atención a lo que puede existir fuera de su  quehacer diario..

Si fuese un  caso aislado lo que ella me dijo,  quedaría como una anécdota. Sin embargo, esas palabras que aún retumban en mis oídos, esa expresión de agotamiento emocional de su rostro ,  son tan frecuentes como los días grises en que siente a su vida como un invierno permanente.

Tantas son las  tareas y funciones  que tienen que realizar quienes ejercen el rol de cuidador, como las  emociones que  circulan en su  interior. La diferencia está en que  cada tarea la  incorporan y la llevan a la práctica intentando  hacer lo mejor posible, pero tratándose de sus emociones,  muchas veces no hay espacios para mirarse e incluso poder identificarlas  y tomar conciencia de ellas para canalizarlas de manera constructiva.  Se suma además, lo poco que sabemos y tratamos como sociedad de   poder  conectarnos con nuestras emociones y así es como,  desde la resistencia  o evasión de lo que sentimos, nuestro cuerpo  igual se expresa, pero a través de la angustia, crisis de pánico ,  dolores  o malestares, pudiendo llegar al punto de sentir que no tienes vida..!

Tener conciencia de nuestro sentir  no es una tarea fácil,  ya que siempre está la tentación  de silenciar y anestesiar nuestras “malestares”, ignorándolos o aplacándolos con fármacos. El camino más complejo  es develar y reconocerlos como una valiosa  señal de nuestro cuerpo  y preguntarnos: ¿qué emoción  estoy experimentando?, ¿qué emoción estoy frenando?, ¿qué  sentimientos me produce el cuidar?, ¿qué necesito para sentirme vivo? Si intentamos buscar una respuesta, quizás  podremos  hacernos mejor cargo  de lo que nos sucede.

Toda emoción tiene una función,  para retraernos, reflexionar o accionar. Todo dolor tiene sentido, es inevitable y necesario experimentarlo, al igual que la alegría y la rabia, cada emoción es necesaria, tan sólo hay que  aprender  a identificarla, tomar conciencia de ella  y  aprender a abrazarla.  

Te invito a tener una cuota de optimismo, aceptando que así como hay atardeceres hay siempre amaneceres, que la vida tiene grises y que cada emoción “desagradable”  nos permite aprender, crecer y evolucionar. Empléalo no como un fin, sino como una herramienta para  poder impulsarte y movilizarte hacia lo que deseas. Llora, ríe cuantas veces lo sientas. Háblate imaginando que le estás hablando a una persona a quien amas; esa persona que eres tú. A veces decepcionar a los demás es una elocuente señal de que estamos evolucionando…¡ y aprendiendo a amarnos !Interroga a tu alma. Nadie más puede hacerlo.

 

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